Muchos cristianos hoy en día se encuentran batallando con el tema de si deben o no seguir escuchando música secular, después de haber hecho una consagración de su vida a Jesucristo. Son, en su mayoría, personas que desean hacer la voluntad de Dios, pero que luchan con renunciar a seguir escuchando a los que por mucho tiempo han sido sus artistas y grupos favoritos. Por supuesto, no toda la música catalogada como secular (entiéndase toda la música que no contiene un mensaje cristiano, o bien, que ha sido producida por gente que no reconoce a Jesucristo como el Señor de su vida) es perversa o perjudicial. Podríamos dar muchos ejemplos de música que no es necesariamente producida por compañías cristianas, pero que tampoco es dañina. Sin embargo, la mayor parte de la música secular contiene elementos que no nos ayudan en nuestro caminar con Cristo. Si estás en este dilema, te pido que reflexiones:
¿Por qué escuchas la música que escuchas? Se me ocurren tres posibles respuestas:
- Porque te gusta y te produce una sensación agradable.
Si esta es tu respuesta, probablemente piensas que tienes una razón válida para escuchar música secular. Pero el hecho de que algo te guste no significa que necesariamente te beneficia. La música ejerce siempre una influencia sobre el que la escucha, ya que es la expresión del corazón del compositor y del ejecutante, y por lo tanto, transmite la actitud y el espíritu (influencia) que hay dentro de ellos y los gobierna. La música es tan poderosa que puede sanar o herir, edificar o destruir, instruir o engañar, y quizás lo más importante, liberar o atar.
Si usas una droga, quizás te guste y te produzca una sensación emocionante por algún tiempo, pero por supuesto sabes que no te hace bien y que tarde o temprano te destruirá. Así como las drogas, existe música que tiene una influencia espiritual destructiva, y te seduce poco a poco, sutilmente, hasta que estás cautivo en sus redes y no puedes romper su influencia.
- Porque es lo que esta de moda y es lo que escuchan tus amigos a los que deseas agradar, aunque a ti en lo personal no te guste.
Recuerdo los tiempos en los que, antes de conocer a Cristo, tomaba cerveza sólo por agradar a los demás, aunque su sabor siempre se me hizo horrible. Yo pretendía que lo disfrutaba para no quedarme fuera del grupo. La presión de grupo puede ser muy fuerte y movernos a hacer cosas que no nos gustan con tal de obtener la aprobación de los amigos. En este caso, debes recordar que tu vida es mucho más valiosa que la opinión de los demás, y que no vale la pena exponerte al peligro de la contaminación espiritual sólo por agradarles.
- Porque es una forma en la que puedes demostrar tu rechazo hacia la autoridad.
Escuchar música que tus padres desaprueban puede ser una forma en la que tratas de demostrar tu independencia. Si este es tu caso, te pido que examines con cuidado las letras de las canciones que escuchas, cuyos temas predominantes son el desafío a la autoridad y el desprecio hacia Dios y sus valores de integridad y pureza. Piensa también en el hecho de que muchos grupos seculares invocan abiertamente a demonios y espíritus de tinieblas para que actúen a través de su música en la vida de sus seguidores. Considéralo bien; no sea que en tu afán por ser libre termines controlado por una fuerza que únicamente busca tu destrucción.
¿De qué depende el efecto que produce la música? ¿De los ritmos o estilos? Sí, en parte, ya que los estilos con ritmos muy predominantes sobre la armonía y melodía, y con demasiada repetición e intensidad, pueden producir ansiedad o euforia, y los estilos más tranquilos, con ritmos suaves y predominio de la melodía nos conducen al relajamiento, aunque en sus expresiones desbalanceadas, aun estos estilos pueden producir efectos negativos como la depresión.
Pero en realidad, el efecto más profundo y transformador de la música lo produce su contenido espiritual. Cuando escuchas música, las ondas sonoras entran por tus oídos, y la vibración que producen es interpretada por tu cerebro. Pero junto con las ondas sonoras, penetra también a tu alma una influencia espiritual. Tú puedes ser profundamente liberado o terriblemente esclavizado al abrirte a la música, dependiendo de cuál es el espíritu que la ha inspirado. Debes distinguir entre el talento musical y la condición espiritual del artista y no permitir que tu vida se llene de la basura que sale de su interior. Habiendo hoy en día tanta música cristiana para todos los gustos y con excelente producción, la excusa de buscar la calidad en lo secular ya no es válida.
Dios te ama muchísimo y te valora tanto que entregó la vida de su propio hijo por ti, pero al mismo tiempo te respeta tanto que nunca te obligará a hacer algo que no escojas hacer. Sólo recuerda que nadie más que tú es responsable de las decisiones que tomes y de las consecuencias que éstas produzcan.
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