¿Por qué se separan las personas?
¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de
acuerdo? (Amós 3:3)
Por: Pr. Julio César Barreto
Las
personas permanecen juntas (a veces) toda la vida, otras (al contrario) lo
están por un tiempo corto, mediano, o largo.
Lo
ideal sería que las personas permanezcan siempre juntas, pero por distintas
razones esto no es posible. Surgen
interrogantes en procura de algunas respuestas, que aporten conocimiento en tal sentido:
-
¿Por
qué se separan los seres humanos?
-
¿Se
pueden evitar las separaciones?
-
¿Separarse
es mejor que permanecer juntos?
Cuan apropiado para hablar acerca de este tema, me parece la pregunta plasmada en Amós 3:3:
“¿Andarán
dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”
He escogido este texto casi como un pretexto, para
hablar de un asunto que no resulta nada fácil. Espero que en la medida que
lo desarrolle, con la ayuda del Espíritu Santo logre ponerlo en contexto.
Lo que Dios le está diciendo a Israel a través del
Profeta Amós en esa ocasión, es más o menos esto:
¿Andaremos
Uds. (Israel) y Yo (su Dios) juntos, si no tuviéremos una unidad de Pensamiento, Doctrina, Propósito, y espíritu?
¿Andaremos
juntos Uds. (Israel) y Yo (su Dios) sin que tengamos un mismo Sentir, Hablar,
Pensar, y Actuar?
¿Andaremos
juntos Uds. (Israel) y Yo (su Dios) si no estuviéremos de acuerdo?
Esta enseñanza tiene un propósito.
Digamos que al menos podemos extraer de ella 3 lecciones:
En primer lugar:
Aunque sería lo deseable, permanecer juntos siempre, a veces surge la
necesidad de que las personas tengan que
separarse.
En segundo lugar: Algunas actitudes improcedentes,
generan los conflictos, las desavenencias, los desacuerdos entre las personas,
y esto las empuja a apartarse la una de la otra.
En tercer lugar: No todo el tiempo son inevitables
las separaciones. Sí surgen acuerdos, cambios de actitud, dialogo entre las
personas, sobre todo si nos dejamos tratar por el Espíritu Santo, si oramos, si
buscamos mirar introspectivamente (Observación que alguien hace de sí mismo
para reflexionar sobre su propia persona) dónde les estamos fallando a nuestros
amigos, hermanos, familiares, y nos proponemos rectificar. Entonces será posible seguir juntos.
Todos los ejemplos que van a ser considerados
en este artículo, tienen respaldo de las Escrituras, para que se cumpla lo
plasmado en 1 Pedro 4:11
“Si alguno habla, hable conforme a las
palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da,
para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la
gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
SEPARACIONES
CONYUGALES
Al hablar de separaciones resulta casi inevitable
tener que señalar, lo concerniente a los Divorcios. Dios (nuestro Padre) ordenó que el hombre
dejara su casa, se uniera a su mujer y fueran uno solo (Génesis 2:24). ¿Pero
qué sucedió? – Los hombres desobedecieron la ley de Dios y surgieron las
separaciones entre los conyugues (Divorcios). Al respecto dice Dios en su
Palabra lo siguiente:
1.- El
Adulterio es causal de separación:
“…el que repudia
a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y
el que se casa con la repudiada, comete adulterio” (Mateo 5:32).
Repudiar: Rechazar legalmente al conyugue y romper el
vinculo matrimonial, por una causa justificada (Adulterio).
Fornicación: Acto sexual fuera del matrimonio.
La acción
adúltera, al igual que la muerte, rompe el vínculo matrimonial.
2.- La
Unión con personas no creyentes (a veces) genera separaciones:
“…Y a los demás yo digo,
no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente
en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea
creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido
incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues
de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.
Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana
sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.”
(1 Cor. 7: 12-15).
Han existido
algunos casos que ameritaban instrucciones específicas. Tales como la
conversión de uno de los miembros conyugales, mientras el otro permanece en
incredulidad. Por otra parte se han dado y continúan dándose los casos en los
cuales, ambos conyugues se hacen cristianos, pero al cabo de un tiempo uno de
ellos se vuelve incrédulo. Para ellos se escribieron estas palabras.
Pablo les escribió a los creyentes en Corinto y les
exhortó diciéndoles:
“…No os
unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la
justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué
concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué
acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el
templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré
su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y
apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré” (2 Cor. 14-18).
Nota: Estas son las separaciones indeseables (en
ambos casos), pero que en ocasiones se tornan necesarias. Pueden, sin embargo
evitarse, siempre y cuando haya una actitud prudente, sabia, humilde ante Dios
y ante el Conyugue ofendido, para buscar agotar todos los recursos disponibles
y salvar la unión de la pareja y por ende de la familia.
ABRAHAM Y LOT SE SEPARAN
Subió, pues, Abram de Egipto hacia el
Neguev, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot.
Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y
en oro.
Y volvió por sus jornadas desde el Neguev
hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y
Hai,
al lugar del altar que había hecho allí
antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová.
También Lot, que andaba con Abram, tenía
ovejas, vacas y tiendas.
Y la tierra no era suficiente para que
habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un
mismo lugar.
Y hubo contienda entre los pastores del ganado
de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban
entonces en la tierra.
Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora
altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos
hermanos.
¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te
ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha;
y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda.
Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura
del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la
tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma
y a Gomorra.
Entonces Lot escogió para sí toda la llanura
del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.
Abram acampó en la tierra de Canaán, en
tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas
hasta Sodoma.
Mas los hombres de Sodoma eran malos y
pecadores contra Jehová en gran manera.
Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se
apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el
norte y el sur, y al oriente y al occidente.
Porque toda la tierra que ves, la daré a ti
y a tu descendencia para siempre.
Y haré tu descendencia como el polvo de la
tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu
descendencia será contada.
Levántate, ve por la tierra a lo largo de
ella y a su ancho; porque a ti la daré.
Abram, pues, removiendo su tienda, vino y
moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.
(Génesis 13)
¿Cuáles fueron las causas de la separación entre estos dos hombres?
Antes de enunciar las
causales, es necesario señalar que Abram cumplió parcialmente la orden de Dios,
pues salió de su tierra llevándose con él a su sobrino Lot (quien de seguro no
salió solo, sino con sus parientes).
“…Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de
tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré.” (Génesis 12:1).
Uno de los causales para la separación de Abraham y
Lot, fue de connotación económica. Debido a la abundancia de bienes de ambos,
la tierra resultó insuficiente para ambos “…Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus
posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar.”
Abraham y Lot tenían una visión diferente. Lot
estaba más pendiente de sus posesiones. El necesitaba tierras, pastos frescos,
agua para su ganado y para su gente. Su visión era terrenal “…Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura
del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la
tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma
y a Gomorra.” Sin embargo,
Lot no consideró a la hora de escoger la tierra, la connotación espiritual de
dicho lugar (Sodoma y Gomorra) “…y
fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma.
Mas los hombres de Sodoma eran malos y
pecadores contra Jehová en gran manera.”
La Visión de Abraham
era conforme a la Promesa dada por Dios “…Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de
tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré.
Y haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.” (Génesis 12: 1-2).
Abraham seguía la visión de Dios, la tierra
prometida. Ex esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios (Hebreos 11:10). Por esa razón vivió en la tierra prometida
como si fuera extranjero en ella.
Nota Importante: Esta separación no fue provechosa
en lo absoluto para el sobrino de Abraham. Quizás hubiese sido mejor, que él lo
hubiese meditado mejor, y hubiese ligado su suerte a la de Abraham. El debió
haberle buscado otra solución al problema que se planteó con sus trabajadores y
los de su Tío. Lot terminó perdiéndolo
casi todo; su esposa, los yernos, su ganado, sus posesiones materiales, sus
hijas lo deshonraron. Lot es un ejemplo que nadie debe imitar.
JACOB Y LABÁN SE SEPARAN
“Y oía Jacob las palabras de los hijos de
Labán, que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo
que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza.
Miraba también Jacob el semblante de Labán,
y veía que no era para con él como había sido antes.
También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la
tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.
Envió, pues, Jacob, y llamó a Raquel y a Lea
al campo donde estaban sus ovejas,
y les dijo: Veo que el semblante de vuestro
padre no es para conmigo como era antes; mas el Dios de mi padre ha estado
conmigo.
Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he
servido a vuestro padre;
y vuestro padre me ha engañado, y me ha
cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese
mal.
Si él decía así: Los pintados serán tu
salario, entonces todas las ovejas parían pintados; y si decía así: Los
listados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían listados.
Así quitó Dios el ganado de vuestro padre, y
me lo dio a mí.
Y sucedió que al tiempo que las ovejas
estaban en celo, alcé yo mis ojos y vi en sueños, y he aquí los machos que
cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados.
Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob.
Y yo dije: Heme aquí.
Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que
todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados;
porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.
Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste
la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y
vuélvete a la tierra de tu nacimiento.”
(Gen. 31: 1-13)
Causas de la
Separación: Labán (un suegro tramposo)
constantemente le aplicaba triquiñuelas a su yerno Jacob. De esta manera Jacob,
quien también había hecho trampas a su Padre y a su Hermano, ahora probó de su
misma receta.
Los cuñados de Jacob también contribuyeron a
perturbar las relaciones entre Labán y su Yerno. Estos se sintieron celosos al
ver la prosperidad de Jacob y dijeron “…Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro
padre, y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza.”
No en vano Santiago
escribió acerca de los Celos y dijo: “…Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda
obra perversa.”
Esta separación de Jacob y
Labán fue definitivamente necesaria para ambos. Resulta evidente que estos dos
personajes no tenían nada en común, sino solamente desacuerdos. Así que aquí
una vez más cuadra muy bien la pregunta: “… ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de
acuerdo? (Amós 3:3).
PABLO Y BERNABÉ SE
SEPARAN
“Después de algunos días, Pablo dijo a
Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos
anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están.
Y Bernabé quería que llevasen consigo a
Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien
llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido
con ellos a la obra.
Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se
separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, y Pablo,
escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor,
y pasó por Siria y Cilicia, confirmando a
las iglesias.” (Hechos 15: 36-41).
Causas de la separación: Pablo tuvo en realidad
dos desacuerdos con Bernabé. El primero de ellos, cuando Bernabé se unió al
Apóstol Pedro en su simulación:
“…Pero cuando
Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues
antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero
después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la
circuncisión.
Y en su simulación participaban también los
otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la
hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la
verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives
como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?
Nosotros, judíos de nacimiento, y no
pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por
las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos
creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las
obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
Y si buscando ser justificados en Cristo,
también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de
pecado? En ninguna manera.
Porque si las cosas que destruí, las mismas
vuelvo a edificar, transgresor me hago.
Porque yo por la ley soy muerto para la ley,
a fin de vivir para Dios.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y
ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo
en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No
desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por
demás murió Cristo. (Galatas 2:11-14)
Aquí en este percance estuvo indirectamente
involucrado Bernabé, aunque el asunto se resolvió hablando Pablo, directamente
con el hombre de mayor influencia entre los Judíos, es decir; Pedro.
El segundo percance entre Pablo y Bernabé fue por
causa de Juan Marcos y lo encontramos en Hechos 15: 36-41
“…Después de
algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas
las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están.
Y Bernabé quería que llevasen consigo a
Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien
llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido
con ellos a la obra.
Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se
separaron el uno del otro”.
Pablo era un hombre
exigente. El había entregado su vida entera a la causa del Evangelio, había
soportado prisiones, persecuciones, cárceles, azotes, naufragios, amenazas de
los judíos, apedreamiento. Y NADA lo
había hecho claudicar. No retrocedía ante ninguna amenaza. De igual manera
Pablo esperaba que sus colaboradores fuesen tal como él:
“…Por tanto, os ruego que me imitéis. Por esto mismo os he enviado a
Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi
proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las
iglesias”. (1 Cor. 4: 16-17)
“…Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma”. (Hebreos 10:39)
“…Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a
los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”. (Filipenses
3:17).
De tal manera que cuando Pablo ve que Juan Marcos
los abandonó en Panfilia, durante la primera gira misionera, se sintió
desagradado.
Pero este caso nos muestra que no siempre las
separaciones son inevitables. Esta separación fue temporal, porque luego Pablo
supera el impasse con Bernabé y Juan Marcos, mandando a buscar a este último
para que le ayude en el Ministerio:
“…Sólo Lucas
está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el
ministerio”. (2 Timoteo 4:11).
Creo que ambos se consideraron el uno al otro “…Y
considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”. (Hebreos 10:24).
Quizás Bernabé
reflexionó y dijo para sí mismo: ¿De qué me aprovecharía separarme
indefinidamente del Apóstol Pablo? Un hombre que lo ha entregado todo por la
causa del Evangelio. Que nos ha dado un ejemplo contundente, de lo que
significa “morir para este mundo y vivir para Cristo”. Pablo por su parte quizás meditó y llegó a la
conclusión de que todos alguna vez en la vida flaqueamos, pero que después de
todo, lo mejor era valorar que Juan Marcos era un “Colaborador” de su
ministerio, que como los obreros son pocos y las mies son muchas; ¿Sería de
algún valor perder a un buen soldado de
Cristo, por no poder superar un simple desacuerdo?
Así que a la final Pablo toma una sabia decisión y le
escribe a Timoteo lo siguiente:
“…Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y
tráele contigo, porque me es útil para el ministerio”. (2 Timoteo 4:11).
Podríamos sacar las
siguientes conclusiones de todo lo que les he compartido:
- Mientras dos o más personas caminen
manteniendo una unidad de Pensamiento, Doctrina, Propósito, y espíritu. No
habrá necesidad de separarse.
Pero cuando surgen
innecesariamente las actitudes intransigentes (Actitud de la persona que
no acepta los comportamientos, opiniones o ideas distintas de las propias o no
transige con ello). Cuando se presentan los celos, contenciones, etc. Surge
entonces la necesidad de separarse.
Las
separaciones no son deseables, pero a veces por las circunstancias se hacen
necesarias y (dependiendo de cada caso
en particular) lo más saludable.
Sólo
hay una persona de la cual jamás debemos separarnos. Aquel que le preguntó a
los discípulos “… ¿Queréis
acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Y nosotros hemos creído y conocemos que tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. (San Juan 6:68-69).
No hay comentarios:
Publicar un comentario