Las Escrituras no mencionan el uso de humor cuando describen el rol del predicador. Sin embargo, estoy convencido de que es aceptable y en muchos casos bueno que un predicador use humor en una prédica—asumiendo que tiene las motivaciones correctas y tiene en mente ciertas cosas.
Por: Kevin Halloran (Sp)
Para poder contestar esta pregunta, debemos tener un entendimiento claro de lo que dicen las Escrituras sobre el papel y las motivaciones del predicador.
¿Cuál es el papel de un predicador?
Un predicador es alguien con el papel de proclamar la Palabra de Dios para que los que escuchen encuentren al Redentor Vivo. Él debe querer explicar la Palabra de Dios claramente, aplicarla a sus oyentes, y ayudar a los oyentes a desear y buscar los propósitos salvíficos de Dios en Cristo Jesús.
Predicadores son embajadores de Cristo (2 Corintios 5:20), administradores los misterios de Dios (1 Corintios 4:1-2), siervos de Dios que buscan a agradarle (Gálatas 1:10), y personas que recibirán mayor condenación (Santiago 3:1).
Las Escrituras no mencionan el uso de humor cuando describen el rol del predicador. Sin embargo, estoy convencido de que es aceptable y en muchos casos bueno que un predicador use humor en una prédica—asumiendo que tiene las motivaciones correctas y tiene en mente ciertas cosas—.
Motivaciones incorrectas
El deseo de entretener es una mala motivación. ¡Ay del predicador que no se ve como siervo, embajador, o administrador, sino un comediante! Predicadores no deben tomar ligeramente la carga que se les ha dado y vender un mensaje barato a su congregación. Esto es un asunto de vida y muerte,—¡almas pueden ser perdidas!—.
Otros predicadores usan el humor por causa de orgullo: buscan la aprobación de los hombres en lugar de la aprobación de Dios. Humor que exalta al predicador no da el respeto merecido a Dios ni a Su Palabra. Predicadores que pelean con esta tentación deben darse cuenta del juicio que vendrá de parte de Dios para aquellos que desperdician sus palabras y humillarse delante de Él (1 Pedro 5:6).
Motivaciones correctas
Recientemente, un amigo comenzó su sermón de Hebreos 12 con una historia personal. Describió una carrera a la que asistió donde un corredor estaba ganando por una distancia larga. Cuando ese corredor estaba redondeando la ultima vuelta de la pista hacia la meta, la multitud de aficionados le aplaudieron fuertemente. Después de cruzar la línea, el corredor se acostó en el suelo disfrutando de su victoria y los aplausos de sus fans. Todo pareció ir bien hasta que su entrenador empezó a correr hacia él como loco gritando: “¡UNA VUELTA MÁS! ¡UNA VUELTA MÁS!”.
La historia cómica de mi amigo le causó mucha risa a la congregación, pero también le hizo pensar en sus vidas cristianas. Él les advirtió que fácilmente nos puede pasar lo mismo si no corremos con perseverancia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1). Esta ilustración ayudó a los oyentes a conectar el pasaje de las Escrituras y la verdad que enseñaba con sus propias vidas. El humor puede servirnos de esta manera.
El humor en el púlpito puede ayudar a los oyentes a confiar en el predicador, conectar con el mensaje, y ser más receptivos al mensaje predicado. El humor también puede ayudar contra los problemas de atención que muchos oyentes tienen hoy en día. En resumen, creo que el humor es parte de la buena creación de Dios, y cuando se usa de una manera correcta y responsable, puede ayudar poderosamente al predicador en comunicar la verdad de Dios.
Siete consejos para el pastor que usa humor
Si vas a usar el humor en tu prédica, te recomiendo seguir estos consejos.
1. El humor debe apoyar el mensaje de la Escritura que estás predicando. Si el uso del humor no te ayuda explicar, ilustrar, o aplicar lo que las Escrituras dicen probablemente sera una adición innecesaria que va a dañar el enfoque, claridad, y poder del mensaje.
2. El humor no debe distraer ni dominar. Algunas bromas, aunque se aten a las Escrituras, pueden distraer o dominar el mensaje en la mente de tus oyentes. Conoce a tu gente y lo que dañaría o ayudaría su entendimiento de la verdad de Dios. No temas decirle “no” a una broma buena.
3. Ten cuidado del uso del humor cuando estás improvisando. Si no predicas usando un manuscrito completo, entiende que las bromas no planeadas traen el riesgo de decir algo lamentable que pueda ofender a un oyente o decir algo inapropiado.
4. Deja que el tono del pasaje dirija el tono de tu prédica. Probablemente no debemos usar el humor cuando estamos predicando sobre el juicio de Dios, la necesidad del arrepentimiento, o un salmo de lamento. El tono del pasaje debe dirigir el tono de tu prédica.
5. El humor debe ser breve. Aunque no pienso que la Biblia no tenga humor, nunca es la cosa más importante que Dios quiere comunicar. Si tus bromas son demasiadas largas, arriesgas ser un comediante más que un predicador encargado de proclamar fielmente la Palabra de Dios.
6. Ten cuidado de no avergonzar a nadie. Las esposas y los hijos de los predicadores no quieren siempre ser el enfoque (ni el necio) de las bromas. Es mejor que un predicador bromease acerca de si mismo que usar el humor para avergonzar a los demás.
7. Si usas el humor, es más adecuado en el comienzo de un mensaje. Predicar la Palabra eterna de Dios es un tema muy importante y signficativo. Si un predicador usa el humor, probablementedebe ubicarse en el comienzo de un mensaje para que la importancia y peso de la verdad pueda crecer a la medida que el mensaje progresa. Los reformadores decían que la predicación debe fluir a la Santa Cena y causarnos a sentir nuestra necesidad de Cristo, ver la provisión de Dios en Cristo, y tener comunión con el Redentor resucitado que nos muestra gracia y misericordia en la Santa Cena. No queremos que el humor destruya un momento que el Espíritu Santo está usando para sembrar su Palabra en los corazones de los oyentes.
#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región.
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