domingo, 20 de septiembre de 2015

La Plenitud de Dios




Por:  Julio César Barreto

3:14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,

3:15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,

3:16 para que les dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;

3:17 para que habite Cristo por la fe en sus corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,

3:18 sean plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,

3:19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios.

3:20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,

3:21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
                                                  (Efesios 3:14-21)

Encontramos evidencias en las Escrituras, que el Apóstol Pablo no solo procuraba ganar almas para Cristo, sino que luego les enseñaba correctamente la doctrina del Evangelio y además intercedía por ellos en oración (precisa, especifica). Pedía él en sus oraciones (entre otras cosas):

-       Que tuviesen espíritu de Sabiduría y de revelación en el conocimiento de Dios y que los ojos de su entendimiento les fuesen alumbrados (Efesios 1:15-18).
-    Que el amor entre ellos se aumentase constantemente, en ciencia y en todo conocimiento (Filipenses 1:9).
-       Que fuesen llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual (Colosenses 1:9).

Cada una de estas peticiones tiene un inmenso valor. ¡Que bienaventuradas fueron las iglesias que tuvieron en Pablo, a alguien que intercedía en oración por ellas con tanto interés y profundidad!

Entre los muchos consejos valiosísimos que Pablo dio a la iglesia de entonces, quiero en esta ocasión destacar uno: “Llénense del Espíritu Santo”, lo que equivale a decir: “Busquen constantemente vivir llenos de la plenitud de Dios”.
Tratemos de entender esto con la ayuda del Señor.


¿Qué significa ser lleno de la Plenitud de
Dios?
“La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y en la vida del creyente individualmente hablando.
Esto en lugar de ser una situación anormal y poco frecuente, como lo era antes del Pentecostés, el ser llenado por el Espíritu en la edad presente debería ser lo normal, si bien no es lo usual, en la experiencia de muchos cristianos.
A cada creyente se le ordena ser lleno del Espíritu (Ef, 5:18), y el no estar llenos del Espíritu viene a ser una obediencia parcial”.

Contrariamente a lo que algunos puedan pensar;  Ser lleno del Espíritu Santo no es andar caminando en las nubes viendo ángeles que suben y bajan constantemente, no es vivir en un permanente éxtasis, escuchando  cantos celestiales, sonidos de arpas, salterios, trompetas, mientras el mundo se cae a pedazos a nuestro alrededor.

Dios escogió algo mucho mejor para nosotros, a todo aquel que quiera y sea lleno de la plenitud de Dios, lo deja en este mundo para que enfrente la cotidianidad de la vida, con sus sinsabores, el estrés, el pecado que deambula libremente por las calles, entre gente mala, otras muy malas, gente buena, personas muy educadas y consideradas, otras muy odiosas, difíciles de tratar, casi imposible de amarlas, las enfermedades, la muerte, etc.

¡Que nadie se engañe! Ser lleno del Espíritu Santo, no evitará que tengamos que enfrentarnos con los mismos problemas de siempre, con los que de hecho tienen que lidiar todos los mortales diariamente.
Pablo anduvo lleno del Espíritu Santo,  sin embargo, eso no pudo impedir que llegase a tener un impresionante prontuario de sufrimientos: (2 Cor. 11: 23-33)

11:23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.

11:24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.

11:25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;

11:26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;

11:27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;

11:28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

11:29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?

11:30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad.

11:31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento.

11:32 En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme;

11:33 y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos.


Aun el creyente sincero, lleno del Espíritu Santo le será quebrantado su corazón. Pero… ¿Sabe usted lo que sucede con siervo o una sierva de Dios, que es fiel y su corazón está quebrantado (afligido, abatido)? – Dice la Palabra de Dios: Salmo 34:18-22):

34:18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.

34:19 Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová.

34:20 Él guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado.

34:21 Matará al malo la maldad, Y los que aborrecen al justo serán condenados.

34:22 Jehová redime el alma de sus siervos, Y no serán condenados cuantos en él confían.

Y también dice (Salmo 147:3):

147:3 Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.

Amados; ser llenos de la plenitud de Dios es: “Asumir los retos que se nos presenten, vivir los buenos momentos, pero también los malos, agradeciendo a Dios por lo uno y por lo otro. Enfrentarnos al día a día  (cualquiera sea nuestra situación) con Valentía, Sabiduría, Fortaleza, Inteligencia, Fe, Amor y Perseverancia. Todo esto es posible gracias a que nuestro Dios, nos concede el inmenso privilegio de ser llenos de Su Plenitud.

¿Qué debe hacer un creyente que quiera ser lleno del Espíritu Santo?

Desearlo Fervientemente (como el que tiene sed) Salmo 42: 1-3
42:1  Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

42:2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

42:3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

Pedirlo en oración  (Lucas 11: 9-13)
11:9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

11:10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

11:11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?

11:12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

11:13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Evidentemente que para el caso de un creyente, no se trata de pedirle al Señor  que nos dé  el Espíritu Santo, por cuanto en el momento en que creímos, El vino a morar en cada uno de nosotros. Se trata más bien de pedirle al Señor que el Espíritu Santo tome el control total de nuestro ser (espíritu, alma, y cuerpo). Esta es la ecuación correcta (Juan el Bautista lo dijo hace más de dos milenios) (Juan 3:30):

           Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe
                        
Dios no nos puede dar más de su Espíritu, porque El nos lo dio por completo y sabemos que Dios no da el Espíritu por medida (Juan 3:34), pero si podemos y debemos ceder voluntariamente espacio de nuestra vida al Espíritu para que Él tome posesión y pueda llevar a cabo (sin estorbos), la obra para la que fue enviado a nuestro corazón.

   3:34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.

Lo que si hace Dios, es que en la misma medida en que le permitamos a Él conseguir:
-       Más Consagración nuestra
-       Más Entrega
-       Más Sumisión
-       Más de nuestra Voluntad


De esa misma manera el Espíritu Santo podrá ejercer una dirección completa de nuestra vida. Vemos, por ejemplo: a María en completa Sumisión ante Dios, una vez que le ha sido dado el anuncio de su milagroso embarazo, por medio del ángel Gabriel (Lucas 1:38)
 
1:38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.



Limpiar la casa (Templo del Espíritu Santo) 1 Cor. 6:19-20

Resultado de imagen para imagenes de limpiar nuestra casa espiritual6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Supongamos que ya está en ti ese ferviente anhelo de ser lleno de la plenitud de Dios, y que has orado pidiéndolo al Señor. ¿Qué viene ahora?

Hay que tomar en cuenta algo muy importante: Sí no hemos vivido nuestra vida como un creyente espiritual, sino más bien como carnales, recordemos lo que dice Romanos 8 “…




8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu…
8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.

8:6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.

8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;

8:8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Sí no hemos vivido en la plenitud de Dios, es porque hasta ahora (quizás hasta sin darnos cuenta) hemos estado en la acera del frente. Un poco o muy indiferentes, tibios, medio mundanos, o completamente mundanos.

Sí esta ha sido nuestra situación es bien seguro que la “casa” (nuestro cuerpo) templo del Espíritu Santo, está sucia, y por lo tanto no está apta para recibir con todas las de la ley (en su plenitud), a un Huésped tan Honorable como lo es el Espíritu Santo.

Vuelvo entonces a preguntar: ¿De qué limpiar la casa y con qué?

-       De toda contaminación de carne y de espíritu (2 Cor. 7:1)

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7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.


David conocía este secreto, por eso cuando pecó con Betsabé, se arrepintió y le dijo al Señor en su oración: (Salmo 51)


 51:1  Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de    tus piedades borra mis rebeliones.

51:2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

51:7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.
51:10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.



¿Con qué limpiaremos la casa? (1 Juan 1:
  
1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

1:6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

1:10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

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¿Está claro verdad? ¡La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado!

Parece mentira, pero hay quienes todavía creen que hay otra manera de lavarse y limpiarse de los pecados. Por eso fue que con suficiente anticipación Dios advirtió:
(Jeremías 2:22)


2:22 Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.

Al momento de limpiar la casa (nuestro cuerpo que es Templo y morada del Espíritu Santo), sería conveniente observar  (Galatas 5:19-21), no sea que cual animal rastrero, que se esconden en los rincones oscuros e inaccesibles de las casas, se quiera esconder alguno de estos pecados en nosotros.

5:19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,

5:20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,

5:21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

5:26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

Culminado este proceso de limpieza, la casa estará barrida y ordenada. Dispuesta para recibir con todos los honores a nuestro Dignísimo Huésped: El Espíritu Santo en toda su Plenitud.
Entonces resonarán las palabras del Salmo 24:

24:3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?

24:4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.

24:5 Él recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.
24:9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

24:10 ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria.



¿Cómo mantener la Plenitud de Dios en nosotros?
En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el morar, el sellamiento y el bautismo; la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación (regeneración, sellado, ungimiento, bautismo) son de una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se menciona frecuentemente en la Biblia.
Esto quiere decir que no es un acto definitivo, por lo cual no debamos preocuparnos más, sino que debemos cuidar celosamente ese tesoro cada día de nuestra vida.

Aquí hay algunos consejos valiosos para cumplir nuestra meta, de mantenernos en la plenitud del Espíritu Santo:

-       Andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Galatas 5: 16, 24-25)

5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
      5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
              deseos.

5:25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.


-       Una vida de Oración (1 Tes. 5:17)

5:17 Orad sin cesar.


-       Alimentarnos diariamente con la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2)

2:2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.

-       Congregarse fielmente (Hebreos 10:25), (Salmo 84:1-2, 10-12), (Salmo 122:1).


10:25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

(Salmo 84:1-2, 10-12),
       84:1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!

84:2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
      84:10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.

      84:11 Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.

84:12 Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía.



(Salmo 122:1)

122: Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.



Conclusión:

Hay una notable diferencia en el carácter y la calidad de vida del cristiano que anda en la Plenitud de Dios. Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Sin embargo, esta falta no es de parte de Dios, sino más bien de parte del individuo, que falla en apropiarse de esta provisión y no le ha permitido al Espíritu Santo llenar su vida.

Sí el Hijo de Dios no pudo pasar ni un solo día de su vida sin el Espíritu de Dios; ¿Cuánto más no lo necesitamos nosotros?

Sí consideramos en toda su dimensión el inmenso privilegio, el honor, inmerecido del que hemos sido objeto de parte de Dios, al concedernos ser morada y templo de su Santo Espíritu, con toda seguridad que le daríamos todo el valor que ese gesto tiene.
Tendríamos entonces sumo cuidado de nuestra vida, para rendirle con ella, honor, honra, y gloria que Él se merece.

Hoy; ante la presión de un mundo cada vez más descarriado de Dios, en donde los cristianos tienen que respirar el humo asfixiante del pecado, debemos hacernos conscientes de nuestro deber de enfrentarnos al mundo, sin conformarnos exteriormente a él, sino que interiormente debemos ser transformados por el Espíritu Santo con el resultado de que nuestra mente sea renovada para poder reconocer estos importantes valores espirituales.

Imitemos (cual Pablo) a Cristo, quien anduvo lleno del Espíritu Santo. Pablo pudo apreciar, lo que es andar en el Espíritu y menguó de tal manera, que pudo exclamar (Galatas 2:20):

 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Bendiciones para todos mis hermanos en la gloriosa Fe de nuestro Señor Jesucristo. 


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