Por: Julio César
Barreto
3:14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de
nuestro Señor Jesucristo,
3:15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en
la tierra,
3:16 para que les dé, conforme a las riquezas de su gloria,
el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
3:17 para que habite Cristo por la fe en sus corazones, a
fin de que, arraigados y cimentados en amor,
3:18 sean plenamente capaces de comprender con todos los
santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
3:19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios.
3:20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que
actúa en nosotros,
3:21
a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por
todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
(Efesios 3:14-21)
Encontramos
evidencias en las Escrituras, que el Apóstol Pablo no solo procuraba ganar
almas para Cristo, sino que luego les enseñaba correctamente la doctrina del
Evangelio y además intercedía por ellos en oración (precisa, especifica). Pedía
él en sus oraciones (entre otras cosas):
- Que
tuviesen espíritu de Sabiduría y de revelación en el conocimiento de Dios y que
los ojos de su entendimiento les fuesen alumbrados (Efesios 1:15-18).
- Que
el amor entre ellos se aumentase constantemente, en ciencia y en todo
conocimiento (Filipenses 1:9).
- Que
fuesen llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual (Colosenses 1:9).
Cada
una de estas peticiones tiene un inmenso valor. ¡Que bienaventuradas fueron las
iglesias que tuvieron en Pablo, a alguien que intercedía en oración por ellas
con tanto interés y profundidad!
Entre
los muchos consejos valiosísimos que Pablo dio a la iglesia de entonces, quiero
en esta ocasión destacar uno: “Llénense del Espíritu Santo”, lo que equivale a
decir: “Busquen constantemente vivir llenos de la plenitud de Dios”.
Tratemos
de entender esto con la ayuda del Señor.
¿Qué
significa ser lleno de la Plenitud de
Dios?
“La plenitud del Espíritu puede
definirse como un estado espiritual donde el Espíritu Santo está cumpliendo
todo lo que El vino a hacer en el corazón y en la vida del creyente individualmente
hablando.
Esto en lugar de ser una situación
anormal y poco frecuente, como lo era antes del Pentecostés, el ser llenado por
el Espíritu en la edad presente debería ser lo normal, si bien no es lo usual,
en la experiencia de muchos cristianos.
A cada creyente se le ordena ser
lleno del Espíritu (Ef, 5:18), y el no estar llenos del Espíritu viene a ser
una obediencia parcial”.
Contrariamente
a lo que algunos puedan pensar; Ser
lleno del Espíritu Santo no es andar caminando en las nubes viendo ángeles que
suben y bajan constantemente, no es vivir en un permanente éxtasis,
escuchando cantos celestiales, sonidos
de arpas, salterios, trompetas, mientras el mundo se cae a pedazos a nuestro
alrededor.
Dios
escogió algo mucho mejor para nosotros, a todo aquel que quiera y sea lleno de
la plenitud de Dios, lo deja en este mundo para que enfrente la cotidianidad de
la vida, con sus sinsabores, el estrés, el pecado que deambula libremente por
las calles, entre gente mala, otras muy malas, gente buena, personas muy
educadas y consideradas, otras muy odiosas, difíciles de tratar, casi imposible
de amarlas, las enfermedades, la muerte, etc.
¡Que
nadie se engañe! Ser lleno del Espíritu Santo, no evitará que tengamos que
enfrentarnos con los mismos problemas de siempre, con los que de hecho tienen
que lidiar todos los mortales diariamente.
Pablo
anduvo lleno del Espíritu Santo, sin
embargo, eso no pudo impedir que llegase a tener un impresionante prontuario de
sufrimientos: (2 Cor. 11: 23-33)
11:23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco
hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles
más; en peligros de muerte muchas veces.
11:24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes
menos uno.
11:25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado;
tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en
alta mar;
11:26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros
de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros
en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre
falsos hermanos;
11:27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y
sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
11:28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa
cada día, la preocupación por todas las iglesias.
11:29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace
tropezar, y yo no me indigno?
11:30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de
mi debilidad.
11:31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es
bendito por los siglos, sabe que no miento.
11:32 En Damasco, el gobernador de la provincia del rey
Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme;
11:33
y fui descolgado del muro en un canasto por una
ventana, y escapé de sus manos.
Aun
el creyente sincero, lleno del Espíritu Santo le será quebrantado su corazón.
Pero… ¿Sabe usted lo que sucede con siervo o una sierva de Dios, que es fiel y
su corazón está quebrantado (afligido, abatido)? – Dice la Palabra de Dios:
Salmo 34:18-22):
34:18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y
salva a los contritos de espíritu.
34:19 Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas
ellas le librará Jehová.
34:20 Él guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será
quebrantado.
34:21 Matará al malo la maldad, Y los que aborrecen al justo
serán condenados.
34:22 Jehová redime el alma de sus siervos, Y no serán
condenados cuantos en él confían.
Y
también dice (Salmo 147:3):
147:3 Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.
Amados;
ser llenos de la plenitud de Dios es: “Asumir los retos que se nos presenten,
vivir los buenos momentos, pero también los malos, agradeciendo a Dios por lo
uno y por lo otro. Enfrentarnos al día a día
(cualquiera sea nuestra situación) con Valentía, Sabiduría, Fortaleza,
Inteligencia, Fe, Amor y Perseverancia. Todo esto es posible gracias a que
nuestro Dios, nos concede el inmenso privilegio de ser llenos de Su Plenitud.
¿Qué debe hacer un
creyente que quiera ser lleno del Espíritu Santo?
Desearlo Fervientemente
(como el que tiene sed) Salmo 42: 1-3
42:1 Como el ciervo
brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
42:2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo
vendré, y me presentaré delante de Dios?
42:3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras
me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Pedirlo
en oración (Lucas 11: 9-13)
11:9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá.
11:10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá.
11:11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le
dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?
11:12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
11:13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan?
Evidentemente que para el caso de un creyente, no se trata de pedirle al
Señor que nos dé el Espíritu Santo, por cuanto en el momento
en que creímos, El vino a morar en cada uno de nosotros. Se trata más bien de
pedirle al Señor que el Espíritu Santo tome el control total de nuestro ser
(espíritu, alma, y cuerpo). Esta es la ecuación correcta (Juan el Bautista lo
dijo hace más de dos milenios) (Juan 3:30):
Es necesario que Él
crezca, pero que yo mengüe
Dios no nos puede dar más de su Espíritu, porque El nos lo dio por
completo y sabemos que Dios no da el Espíritu por medida (Juan 3:34), pero si
podemos y debemos ceder voluntariamente espacio de nuestra vida al Espíritu
para que Él tome posesión y pueda llevar a cabo (sin estorbos), la obra para la
que fue enviado a nuestro corazón.
3:34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla;
pues Dios no da el Espíritu por medida.
Lo que si hace Dios, es que en la misma medida en que le permitamos a Él conseguir:
- Más Consagración nuestra
- Más Entrega
- Más Sumisión
- Más de nuestra Voluntad
De esa misma manera el
Espíritu Santo podrá ejercer una dirección completa de nuestra vida. Vemos, por
ejemplo: a María en completa Sumisión ante Dios, una vez que le ha sido dado el
anuncio de su milagroso embarazo, por medio del ángel Gabriel (Lucas 1:38)
1:38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor;
hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.
Limpiar la casa (Templo del
Espíritu Santo) 1 Cor. 6:19-20
6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros?
6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Supongamos que ya está en ti ese ferviente anhelo de
ser lleno de la plenitud de Dios, y que has orado pidiéndolo al Señor. ¿Qué
viene ahora?
Hay que tomar en cuenta algo muy importante: Sí no
hemos vivido nuestra vida como un creyente espiritual, sino más bien como
carnales, recordemos lo que dice Romanos 8 “…
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu…
8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de
la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
8:6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el
ocuparse del Espíritu es vida y paz.
8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
8:8 y los que viven según la carne no pueden agradar a
Dios.
Sí no hemos vivido en la
plenitud de Dios, es porque hasta ahora (quizás hasta sin darnos cuenta) hemos
estado en la acera del frente. Un poco o muy indiferentes, tibios, medio
mundanos, o completamente mundanos.
Sí esta ha sido nuestra
situación es bien seguro que la “casa” (nuestro cuerpo) templo del Espíritu
Santo, está sucia, y por lo tanto no está apta para recibir con todas las de la
ley (en su plenitud), a un Huésped tan Honorable como lo es el Espíritu Santo.
Vuelvo entonces a preguntar:
¿De qué limpiar la casa y con qué?
- De toda contaminación de carne y de espíritu (2 Cor.
7:1)
7:1 Así que,
amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de
carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
David conocía este secreto, por eso cuando pecó con Betsabé, se
arrepintió y le dijo al Señor en su oración: (Salmo 51)
51:1 Ten piedad de
mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
51:2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi
pecado.
51:7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré
más blanco que la nieve.
51:10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un
espíritu recto dentro de mí.
¿Con qué limpiaremos la casa? (1 Juan 1:
1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os
anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
1:6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos
comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de
todo pecado.
1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1:10 Si decimos que
no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
¿Está claro verdad? ¡La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado!
Parece mentira, pero hay quienes todavía creen que hay otra manera de
lavarse y limpiarse de los pecados. Por eso fue que con suficiente anticipación
Dios advirtió:
(Jeremías 2:22)
2:22 Aunque te
laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá
aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.
Al momento de limpiar la casa (nuestro cuerpo
que es Templo y morada del Espíritu Santo), sería conveniente observar (Galatas 5:19-21), no sea que cual animal
rastrero, que se esconden en los rincones oscuros e inaccesibles de las casas,
se quiera esconder alguno de estos pecados en nosotros.
5:19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
5:20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías,
5:21 envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;
acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que
practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
5:26 No nos hagamos
vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
Culminado este proceso de limpieza,
la casa estará barrida y ordenada. Dispuesta para recibir con todos los honores
a nuestro Dignísimo Huésped: El Espíritu Santo en toda su Plenitud.
Entonces resonarán las
palabras del Salmo 24:
24:3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en
su lugar santo?
24:4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha
elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.
24:5 Él recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios
de salvación.
24:9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos
vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.
24:10 ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria.
¿Cómo mantener la Plenitud de Dios en nosotros?
En contraste con la obra del
Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el morar, el
sellamiento y el bautismo; la plenitud del Espíritu se relaciona a la
experiencia cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en
relación a la salvación (regeneración, sellado, ungimiento, bautismo) son de
una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia
repetida y se menciona frecuentemente en la Biblia.
Esto quiere decir que no es
un acto definitivo, por lo cual no debamos preocuparnos más, sino que debemos
cuidar celosamente ese tesoro cada día de nuestra vida.
Aquí hay algunos consejos
valiosos para cumplir nuestra meta, de mantenernos en la plenitud del Espíritu
Santo:
-
Andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de
la carne (Galatas 5: 16, 24-25)
5:16 Digo, pues: Andad
en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la
carne con sus pasiones y
deseos.
5:25 Si vivimos por
el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
- Una vida de Oración (1 Tes. 5:17)
5:17 Orad sin
cesar.
- Alimentarnos diariamente con la Palabra de Dios (1
Pedro 2:2)
2:2 desead, como
niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación.
- Congregarse fielmente (Hebreos 10:25), (Salmo
84:1-2, 10-12), (Salmo 122:1).
10:25 no dejando de
congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto
más, cuanto veis que aquel día se acerca.
(Salmo 84:1-2, 10-12),
84:1 ¡Cuán amables son
tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
84:2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de
Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
84:10 Porque mejor es un
día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de
la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.
84:11 Porque sol y
escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los
que andan en integridad.
84:12 Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti
confía.
(Salmo 122:1)
122: Yo me alegré con los que me decían: A la casa de
Jehová iremos.
Conclusión:
Hay una notable diferencia en el carácter y la calidad de vida del
cristiano que anda en la Plenitud de Dios. Pocos pueden caracterizarse por
estar llenos del Espíritu. Sin embargo, esta falta no es de parte de Dios, sino
más bien de parte del individuo, que falla en apropiarse de esta provisión y no
le ha permitido al Espíritu Santo llenar su vida.
Sí el Hijo de Dios no pudo pasar ni un solo día de su vida sin el
Espíritu de Dios; ¿Cuánto más no lo necesitamos nosotros?
Sí consideramos en toda su dimensión el inmenso privilegio, el honor,
inmerecido del que hemos sido objeto de parte de Dios, al concedernos ser
morada y templo de su Santo Espíritu, con toda seguridad que le daríamos todo
el valor que ese gesto tiene.
Tendríamos entonces sumo cuidado de nuestra vida, para rendirle con ella,
honor, honra, y gloria que Él se merece.
Hoy; ante la presión de un mundo cada vez más descarriado de Dios, en
donde los cristianos tienen que respirar el humo asfixiante del pecado, debemos
hacernos conscientes de nuestro deber de enfrentarnos al mundo, sin
conformarnos exteriormente a él, sino que interiormente debemos ser
transformados por el Espíritu Santo con el resultado de que nuestra mente sea
renovada para poder reconocer estos importantes valores espirituales.
Imitemos (cual Pablo) a Cristo, quien anduvo lleno del Espíritu Santo.
Pablo pudo apreciar, lo que es andar en el Espíritu y menguó de tal manera, que
pudo exclamar (Galatas 2:20):
2:20
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Bendiciones para todos mis hermanos en la gloriosa Fe de nuestro Señor
Jesucristo.
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