Yo tuve la gran bendición (reto y regalo, desafío y dicha) de casarme a los 20 años de edad. Mi esposa tenía un poco más, 23. No puedo decir que era algo que había orado desde pequeño o que había soñado. La verdad es que tanto mi esposa como yo habíamos terminado la universidad, teníamos años trabajando, éramos líderes en nuestras respectivas iglesias, y sentíamos que era el deseo de Dios para nosotros el que pudiéramos unir nuestras vidas para siempre. Por supuesto, cuando iniciamos nuestro noviazgo, lo hicimos pensando en casarnos prontamente. Pero no sabíamos que iba a ser solo un año después.
Gracias a Dios, este diciembre mi esposa y yo cumpliremos 7 años de casados, y hemos tenido la oportunidad de mentorear a varias parejas y ver a muchos amigos casarse a edades cercanas a las nuestras. Por supuesto, la mayoría de las personas no han terminado sus estudios universitarios ni tienen estabilidad económica. Lo más importante es tener el carácter y la madurez espiritual a la hora de hacer los votos matrimoniales. Sin embargo, nuestra cultura tiene una tendencia cada vez mayor a postergar el matrimonio indefinidamente, y esta cultura ha impregnado nuestras iglesias.
En este video, tuve la oportunidad de conversar junto a mi esposa y a Moisés y Betsy Gómez sobre los porqués y las ventajas de un matrimonio a joven edad. Aunque no tratemos cada detalle de una decisión tan importante, puede servirte si estás pensando casarte o si lo has estado postergando indefinidamente. Te dejo con las siguientes palabras de mi esposa:
Mi relación más importante no es la que me va a dar el matrimonio sino mi relación con Jesús. Muchas mujeres no llegan a casarse, sino que llegan a una alta edad y el Señor no le ha provisto de un esposo. La real satisfacción está en mi relación con Jesús. Pero aquellos que tienen la oportunidad de casarse, que tienen un noviazgo y han llegado a tener una relación madura, su decisión debe estar basada no en las circunstancias, no en lo que yo tengo ni en lo que deje de tener, sino en buscar la voluntad de Dios. El Señor debe ser el guía detrás que me lleve a tomar la decisión y me lleve al momento preciso para algo tan importante como el matrimonio.
Una decisión tan importante debe estar fundamentada en el Señor y Su Palabra, en el consejo de nuestros pastores y en el discernimiento, no en lo que dicte nuestra cultura o lo que nos parezca mejor en el momento.
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